Quien siembra alegría recoge
tempestades cuando amanece más tarde y cuchara de palo. Soy la frase
motivacional que compartes en Facebook, ese texto moralista y
esperanzador escrito por William Shakespeare o Paulo Coelho, que en
realidad salió de la mano de “la Vane”, una mañana volviendo
del after, triste por su ruptura con su Jacinto Benavente personal.
Estoy aquí para hacer una confesión que, aunque no te lo creas, me
está matando por dentro.
Mi principal cometido siempre ha sido
animar a todo aquel que me lea, haceros la vida más fácil gracias a
mi filosofía de todo a cien, pero creo que estoy perdiendo
facultades. No me malinterpretéis, sé que como toda moda tendré
mis altos y bajos, mis momentos mágicos en los que un amén te
curara el cáncer de próstata, pero estoy perdiendo el norte porque
no sabes nada Juan de las Nieves.
Cuando comencé esta andadura con
vosotros, mis fieles seguidores, una frase mía era capaz de
enderezar una vida o redimir a los herejes que usan Explorer como
navegador principal. Ahora siento como vais perdiendo la fe poco a
poco, con cada Like a Sir que no comprendéis muere un gatito y Yao
Ming deja de reírse, los rusos no bailan alegremente en las
discotecas y respetan las normas de tráfico a la vez que la señora
que se teleporta de Benalmádena a Torremolinos ahora se queda en
Hueling porque le pilla más cerquita. Volved a depositar vuestra
confianza en Edu, que os llamara para felicitaros la navidad de
nuevo, en el chico invitado a la fieshta de Rajoy, en Paulo Coelho y
su filosofía de carnicería y en todas mis ideas graciosas que,
reconócelo, no se te habrían ocurrido a ti en la vida, pues tu
existencia es vana a la par que vacía.
Debes gran parte de tu
cultura a mis contribuciones, pues nunca habrías adivinado que
Shakespeare escribía también cosas como salidas de la mente de una
pubertosa con el periodo, que la meditación es inútil sin un buen
texto escrito por un maestro zen de gimnasio de barrio, así que
vuelve al redil, sigue conmigo como tanto tiempo has hecho, limita tu
vista solo al frente, como los caballos, para poder ver lo que pongo
delante de ti y puedas creerme a pies juntillas y disfruta conmigo,
pues soy el saber más extendido, ese que todo el mundo conoce y
valora. ¡Ah! Y no te olvides de pasarme rápido, para que muchos más
compartan contigo el obcequismo, que hay sitio para todos.