jueves, 20 de marzo de 2014

Crossing Tales III (Sombrero y nieve) Autor: Casiopea Día de racionamiento


Cuando el reparto acabó, el sombrero aún permanecía sobre la nieve. Las flores que adornaban el frontal se veían separadas por el boquete del disparo. El francotirador estaba convencido de que, bajo aquella descomunal pamela, se escondía el miliciano. Cada vez que pensaba en lo cerca que lo había tenido tanto tiempo, se ponía malo. Esconderse travestido. Aquello no podía ser cristiano. Así que apuntó y disparó. El miliciano se desplomó en el acto. Era día de racionamiento. En la larga cola frente al colmado, nadie dijo nada. Ni siquiera cuando al caer el sombrero apareció una cabeza de mujer.

jueves, 13 de marzo de 2014

Crossing Tales II (Geranio y Guión) Autor: Casiopea Geranios



- Me gusta repasar el guión rodeada de geranios. Que suban algunos a mi camerino.

El hombre frente a ella levanta la vista del papel. Ella se impacienta. El guión espera.

- Debo repasar el papel antes de mediodía.

Silencio.

- Hice de geranio en el colegio. Fue mi primer papel.

Silencio. El hombre firma. Toca una campanilla. Al momento, una mujer entra.

- Habitación 63.

La recién llegada levanta a la joven y se la lleva. Como a un corderillo. En el despacho, el psiquiatra aún escucha a la paciente preguntar cuándo subirán los geranios a su camerino.

jueves, 6 de marzo de 2014

Crossing Tales I (Llanura y navaja) Autor: Casiopea

A media llanura advierte que ha olvidado la navaja. Regresa sobre sus pasos descansando a cada poco. Apenas se sostiene. Pero es una buena navaja, le merece la pena el esfuerzo. Con ella ha cortado el cordón umbilical de todos sus hijos, Dios sabe cuántos. Cree que trece.
Al quinto dejó de contarlos. Su madre la usó antes que ella y sigue cumpliendo. La última vez, esa mañana. En el huerto. Allí la encuentra. En el surco. Junto al bulto inerte.
Su navaja de traer niños al mundo. La mujer la limpia, la aprieta contra su pecho. Y se aleja.

sábado, 1 de marzo de 2014

Amor entre lineas.

Comenzó como lo hacen muchas historias últimamente, coincidieron en una red social, empezaron a hablar y surgió. Él no era persona de gentes, siempre fue algo reservado y silencioso, ingenioso, a veces incluso gracioso, otras insoportables, un tipo particular. Antes de conocerla, había estado con otras, relaciones que con el tiempo se tornaban vacías, insípidas, carentes de significado, acortándose a sí mismas a sus ojos, forzando innumerables rupturas unilaterales.  Se encontraba en un punto de no retorno sentimental, o al menos eso pensaba, daba por hecho que el sexo opuesto carecía de interés más allá de lo carnal, hasta el momento en que la conoció.


Cuando comenzaron sus interminables conversaciones, se sumió cada vez más en algo que para él hacia tiempo que no existía, el interés. Por primera vez en mucho tiempo se topaba con una mujer que realmente le atraía, al menos, textualmente. Horas y horas de conversaciones incesantes, chácharas infinitas, enfrentamientos intelectuales constantes. No podía estar más ilusionado, y parecía que esa ilusión no solo era suya.


Una cosa llevó a la otra, y de mutuo acuerdo quedaron para por fin conocerse en persona. Y allí estaban los dos, sentados en un parque, sin casi cruzar palabra. Algo no era igual. Él ya la había visto físicamente en fotos, no era su tipo, de acuerdo, pero para nada le parecía fea. Era una chica guapa, delgada y rubia, con pocas curvas pero bonita sonrisa, pero tras haber estado con tantas mujeres uno tiende a buscar algo más que un cuerpo, al menos esa era su filosofía. Tenía una voz bonita, parecía dulce, y sin embargo algo faltaba, algo no cuadraba en aquella persona con la que hablaba constantemente. Él notaba como la fuerza que existía en las líneas de texto que intercambiaban se iba evaporando, estaba ahí en principio, pero con cada golpe de voz se desvanecía. Tras un largo rato, se despidieron y acordaron hablar esa noche con calma como hacían siempre, cada uno desde su casa.


No podía sentirse más contrariado y confuso. La que posiblemente fuera la mujer que siempre había buscado se desvanecía frente a sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo, como si de un espectro se tratara. Ella no tardó en hablarle, parecía que también lo intuyera. Y entonces volvió a ocurrir. Toda esa magia, ese feeling que ambos creían perdido, afloró de nuevo como si nunca se hubiera movido de allí. Pasó tiempo hasta que, de nuevo, volvieron a intentarlo, a verse otra vez, más que nada por miedo a que volviera a ocurrir lo de la última vez. Y como si el destino jugara con ellos, así aconteció.


Ambos, contrariados por la situación, pasaron discutiendo el porqué de su incompatibilidad como personas durante mucho tiempo, quedando varias veces después, hablándolo en persona, besándose, visitando museos, acostándose, viendo cine de autor francés y multitud de cosas más, pero eso que tenían en el texto, no aparecía. Al final, lo dejaron por imposible, pensaron que igual ellos tenían un amor que no era físico, sino textual, por lo que dejaron de verse para solo amarse entre letras e ideas.