sábado, 1 de marzo de 2014

Amor entre lineas.

Comenzó como lo hacen muchas historias últimamente, coincidieron en una red social, empezaron a hablar y surgió. Él no era persona de gentes, siempre fue algo reservado y silencioso, ingenioso, a veces incluso gracioso, otras insoportables, un tipo particular. Antes de conocerla, había estado con otras, relaciones que con el tiempo se tornaban vacías, insípidas, carentes de significado, acortándose a sí mismas a sus ojos, forzando innumerables rupturas unilaterales.  Se encontraba en un punto de no retorno sentimental, o al menos eso pensaba, daba por hecho que el sexo opuesto carecía de interés más allá de lo carnal, hasta el momento en que la conoció.


Cuando comenzaron sus interminables conversaciones, se sumió cada vez más en algo que para él hacia tiempo que no existía, el interés. Por primera vez en mucho tiempo se topaba con una mujer que realmente le atraía, al menos, textualmente. Horas y horas de conversaciones incesantes, chácharas infinitas, enfrentamientos intelectuales constantes. No podía estar más ilusionado, y parecía que esa ilusión no solo era suya.


Una cosa llevó a la otra, y de mutuo acuerdo quedaron para por fin conocerse en persona. Y allí estaban los dos, sentados en un parque, sin casi cruzar palabra. Algo no era igual. Él ya la había visto físicamente en fotos, no era su tipo, de acuerdo, pero para nada le parecía fea. Era una chica guapa, delgada y rubia, con pocas curvas pero bonita sonrisa, pero tras haber estado con tantas mujeres uno tiende a buscar algo más que un cuerpo, al menos esa era su filosofía. Tenía una voz bonita, parecía dulce, y sin embargo algo faltaba, algo no cuadraba en aquella persona con la que hablaba constantemente. Él notaba como la fuerza que existía en las líneas de texto que intercambiaban se iba evaporando, estaba ahí en principio, pero con cada golpe de voz se desvanecía. Tras un largo rato, se despidieron y acordaron hablar esa noche con calma como hacían siempre, cada uno desde su casa.


No podía sentirse más contrariado y confuso. La que posiblemente fuera la mujer que siempre había buscado se desvanecía frente a sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo, como si de un espectro se tratara. Ella no tardó en hablarle, parecía que también lo intuyera. Y entonces volvió a ocurrir. Toda esa magia, ese feeling que ambos creían perdido, afloró de nuevo como si nunca se hubiera movido de allí. Pasó tiempo hasta que, de nuevo, volvieron a intentarlo, a verse otra vez, más que nada por miedo a que volviera a ocurrir lo de la última vez. Y como si el destino jugara con ellos, así aconteció.


Ambos, contrariados por la situación, pasaron discutiendo el porqué de su incompatibilidad como personas durante mucho tiempo, quedando varias veces después, hablándolo en persona, besándose, visitando museos, acostándose, viendo cine de autor francés y multitud de cosas más, pero eso que tenían en el texto, no aparecía. Al final, lo dejaron por imposible, pensaron que igual ellos tenían un amor que no era físico, sino textual, por lo que dejaron de verse para solo amarse entre letras e ideas.

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