Los ojos no saben guardar secretos podría ser el título de la próxima novela de Camilla Läckberg. Creo que seria más correcto decir que los ojos que se miran no saben guardar secretos, pues para el resto del universo todo lo dicho ahí, en ese plano alternativo donde, tanto tiempo como espacio desaparecen, no existe. Y es algo que he constatado en numerosas ocasiones. El resto del mundo pierde percepción a pasos agigantados mientras las miradas se leen el alma, se hurgan en las heridas o simplemente se ríen del elfo domestico de turno. Y claro, es curioso como esa sensación de privacidad te embarga, y piensas “Estás pensado lo mismo que yo, ¿verdad?” y no puedes reprimir una sonrisa de complicidad mientras el resto del mundo te mira con cara de incredulidad.
Recuerdo una ocasión, en una fiesta, parar el tiempo de esa manera rodeados de una multitud sentada a la mesa. Todos hablando y riendo, sin percatarse de que dos personas cuyas realidades convergían de manera complicada y en puntos opuestos tanto de la mesa como de la vida, los apartaba a un mundo en cámara lenta, como salido de una película de los Wachowski. Todos hablando leeeento y pausaaaaaado mientras nuestras miradas iban a mil por hora y sin frenos. Aquello solo acabó con la perdida de la primera hora de clase del día siguiente y un mordisco en el brazo, pero mereció la pena.
¿Cuál es el mecanismo que rige esa realidad? Seria interesante poder vivir una temporadita ahí, donde el tiempo pasa de otra manera y no te sientes solo, ¿Verdad? Podría ser perfectamente la solución a muchos debates existencialistas sobre la soledad del ser. Porque estoy casi seguro de que a ese plano temporal/realidad alternativa es muy difícil entrar solo. Y no cuenta la abstracción que producen las pasiones, ahí el tiempo pasa incluso más rápido de lo habitual. Solo es cuestión de aprender a entrar y encontrar quien te acompañe, aunque puede que esto sea más complicado que placar el hambre en el mundo o hacer leer a Donald Trump Cien años de soledad. Supongo que es una cuestión de suerte, dar con esa persona que dice a la vez que tu las mismas chorradas, que comparte tu manera de ver el mundo o, simplemente, que es igual de especial que uno.
Algo nada sencillo...
Hijos de la Protocultura
domingo, 15 de enero de 2017
viernes, 13 de enero de 2017
Cara de buena persona.
De cuando en cuando, por no sé qué extraño motivo, me encuentro con la apreciación facial de un desconocido que aventura a etiquetarme de buena persona. Por mi cara. Así, sin más, sin saber absolutamente nada de mí, solo por las facciones o expresión de mi nada fuera de lo común semblante. Podría bien ser un asesino en serie, un cabrón, un maltratador o cualquier cosa, pero no. Tengo cara de buena persona. El destino en su infinita sabiduría me ha bendecido con esta cualidad. Y la verdad es que me molesta un poco.
En un principio, cuando mi autoestima estaba allá por los infiernos de Dante, bajita bajita, pensaba que era una manera fina y educada de llamar feo a alguien, así de gratuito. Te presentan a alguien y tu ni corto ni perezoso le dices “Oye tienes cara de buena persona” y te quedas tan pancho aludiendo que tiene la cara de los pies de otro. Luego, cuando uno pasa de eso de las apariencias, llega a la conclusión de que en realidad es solo una manera tratar de agradar sin una base, desde cero. Es como tener un prejuicio positivo, que es exactamente igual de dañino que tenerlo negativo, pues nunca sabes por donde va a salir la bala. Gente como Charles Manson u O.J. Simpson tenían cara de buena persona seguro.
Y ahora yo me pregunto ¿Es necesario esto? O sea ¿Qué sentido tiene decirle a alguien desconocido que tiene cara de buena persona? No vas a ganar nada con ello, no vas a caerle mejor o peor, o a iniciar una conversación “real”. Puede que si una de besugos, pero normal lo dudo, ni a ponerte una medalla por discernir una realidad oculta a los ojos del universo. Dejemos de usar esta expresión, esta manera de etiquetar a alguien por el mero formalismo. La etiqueta está sobrevalorada y es preferible preguntar directamente por la persona que hacer alusión a lo que uno cree. Al menos es mi opinión, no sé, igual a vosotros no os han dicho esto nunca y tenéis cara de malas personas y yo aquí, quejándome de algo positivo. ¿Os lo han dicho alguna vez? “Tú tienes cara de mala persona” No, ¿Verdad? ¿Y a que se debe esto? Que alguien me explique porqué se le puede decir a alguien que tiene cara de buena persona y no al contrario. Yo quiero tener cara de mala persona. Solo por llevar la contraria. Aunque no lo sea, me da igual, quiero llegar a un sitio, y que al entrar todos digan “Ohhhh mira , mira , ese seguro que es un hijo de puta cabrón y arrogante. Vamos a decírselo por si no ha caído en la cuenta”.
No sé, igual me estoy quejando de vicio y esto no tiene sentido o importancia alguna. Puede que solo sea yo el único harto de que le cuelguen un San Benito a cuento de nada, que vea las cosas desde otro punto de vista y no se encuentre cómodo en ese mundo de buenas personas. Pero bueno, también dicen que soy más raro que un perro verde, o sea que no hay de que extrañarse.
En un principio, cuando mi autoestima estaba allá por los infiernos de Dante, bajita bajita, pensaba que era una manera fina y educada de llamar feo a alguien, así de gratuito. Te presentan a alguien y tu ni corto ni perezoso le dices “Oye tienes cara de buena persona” y te quedas tan pancho aludiendo que tiene la cara de los pies de otro. Luego, cuando uno pasa de eso de las apariencias, llega a la conclusión de que en realidad es solo una manera tratar de agradar sin una base, desde cero. Es como tener un prejuicio positivo, que es exactamente igual de dañino que tenerlo negativo, pues nunca sabes por donde va a salir la bala. Gente como Charles Manson u O.J. Simpson tenían cara de buena persona seguro.
Y ahora yo me pregunto ¿Es necesario esto? O sea ¿Qué sentido tiene decirle a alguien desconocido que tiene cara de buena persona? No vas a ganar nada con ello, no vas a caerle mejor o peor, o a iniciar una conversación “real”. Puede que si una de besugos, pero normal lo dudo, ni a ponerte una medalla por discernir una realidad oculta a los ojos del universo. Dejemos de usar esta expresión, esta manera de etiquetar a alguien por el mero formalismo. La etiqueta está sobrevalorada y es preferible preguntar directamente por la persona que hacer alusión a lo que uno cree. Al menos es mi opinión, no sé, igual a vosotros no os han dicho esto nunca y tenéis cara de malas personas y yo aquí, quejándome de algo positivo. ¿Os lo han dicho alguna vez? “Tú tienes cara de mala persona” No, ¿Verdad? ¿Y a que se debe esto? Que alguien me explique porqué se le puede decir a alguien que tiene cara de buena persona y no al contrario. Yo quiero tener cara de mala persona. Solo por llevar la contraria. Aunque no lo sea, me da igual, quiero llegar a un sitio, y que al entrar todos digan “Ohhhh mira , mira , ese seguro que es un hijo de puta cabrón y arrogante. Vamos a decírselo por si no ha caído en la cuenta”.
No sé, igual me estoy quejando de vicio y esto no tiene sentido o importancia alguna. Puede que solo sea yo el único harto de que le cuelguen un San Benito a cuento de nada, que vea las cosas desde otro punto de vista y no se encuentre cómodo en ese mundo de buenas personas. Pero bueno, también dicen que soy más raro que un perro verde, o sea que no hay de que extrañarse.
sábado, 5 de noviembre de 2016
De tu frase motivacional.
Quien siembra alegría recoge
tempestades cuando amanece más tarde y cuchara de palo. Soy la frase
motivacional que compartes en Facebook, ese texto moralista y
esperanzador escrito por William Shakespeare o Paulo Coelho, que en
realidad salió de la mano de “la Vane”, una mañana volviendo
del after, triste por su ruptura con su Jacinto Benavente personal.
Estoy aquí para hacer una confesión que, aunque no te lo creas, me
está matando por dentro.
Mi principal cometido siempre ha sido
animar a todo aquel que me lea, haceros la vida más fácil gracias a
mi filosofía de todo a cien, pero creo que estoy perdiendo
facultades. No me malinterpretéis, sé que como toda moda tendré
mis altos y bajos, mis momentos mágicos en los que un amén te
curara el cáncer de próstata, pero estoy perdiendo el norte porque
no sabes nada Juan de las Nieves.
Cuando comencé esta andadura con
vosotros, mis fieles seguidores, una frase mía era capaz de
enderezar una vida o redimir a los herejes que usan Explorer como
navegador principal. Ahora siento como vais perdiendo la fe poco a
poco, con cada Like a Sir que no comprendéis muere un gatito y Yao
Ming deja de reírse, los rusos no bailan alegremente en las
discotecas y respetan las normas de tráfico a la vez que la señora
que se teleporta de Benalmádena a Torremolinos ahora se queda en
Hueling porque le pilla más cerquita. Volved a depositar vuestra
confianza en Edu, que os llamara para felicitaros la navidad de
nuevo, en el chico invitado a la fieshta de Rajoy, en Paulo Coelho y
su filosofía de carnicería y en todas mis ideas graciosas que,
reconócelo, no se te habrían ocurrido a ti en la vida, pues tu
existencia es vana a la par que vacía.
Debes gran parte de tu
cultura a mis contribuciones, pues nunca habrías adivinado que
Shakespeare escribía también cosas como salidas de la mente de una
pubertosa con el periodo, que la meditación es inútil sin un buen
texto escrito por un maestro zen de gimnasio de barrio, así que
vuelve al redil, sigue conmigo como tanto tiempo has hecho, limita tu
vista solo al frente, como los caballos, para poder ver lo que pongo
delante de ti y puedas creerme a pies juntillas y disfruta conmigo,
pues soy el saber más extendido, ese que todo el mundo conoce y
valora. ¡Ah! Y no te olvides de pasarme rápido, para que muchos más
compartan contigo el obcequismo, que hay sitio para todos.
martes, 27 de septiembre de 2016
Escribiendo.
Te despiertas temprano y piensas “Hoy
voy a escribir”. Y desayunas pensado en el debate presidencial, en
como le cambia la vida una noticia a alguien, en como cada uno tiene
su propia realidad con sus problemas. Enciendes el ordenador y
revisas el correo, miras las noticias y las publicaciones que sigues
normalmente sin comprobar cambios aparentes. Arrancas el editor de
textos y te pones a escribir. Y ya hemos llegado a este punto de mi
realidad.
Estoy escribiendo algo sobre escribir, sin tener un tema
fijo en mente ni un objetivo concreto, solo escribir. Y aunque pueda
parecer una perdida de tiempo, para mi es al contrario. Tiene algo de
magia el plasmar pensamientos e ideas en un trozo de papel, o en este
caso, una pantalla de ordenador, y que otras personas puedan acceder
a el y saber que se te pasa por la cabeza. Y ya digo que a veces no
es necesario un tema concreto, solo escribir. Teclear. Compensar la
poca labia verbal con una verborrea textual desbordante. Sin guion,
nada que contar, solo escribir por hacerlo, una jam session de
adjetivos y verbos que se pelean por sobresalir.
Yo sigo sin saber
que escribir, sin encontrar creatividad para inventar, desesperado
con la imposibilidad de poder narrar algo que salga de mi cabeza sin
verse influenciado, ajeno a la creatividad. Pero aquí estoy,
escribiendo. Supongo que también tiene un valor terapéutico para mí
el soltar cualquier cosa que me asalte al intelecto, ese fluir del
texto que surca mis dedos y erosiona este folio figurado me relaja.
Igual debería hacer como Coleridge y autoinducirme sueños opiáceos
en pos de la creatividad, o como Wordsworth y aventurarme en la
naturaleza en busca de la inspiración, pero dudo que esos
acercamientos puedan activar mi musa.
Porque cada vez tengo más
claro que siempre hay una musa, ya sea una persona, una idea o una
cosa. Es algo que existe de una manera intangible pero perceptible,
la notas en muchos lugares, escondida y destacando, en una sonrisa y
lagrimas de alegría, en un mal momento, en un levantarse y
continuar, en muchas cosas imperceptibles para el resto. Yo veo a la
musa en esas cosas y aquí estoy, escribiendo sin un tema concreto,
sintiéndome poderoso por el mero hecho de poder expresar lo que
quiero, dejar fluir el texto fuera de mi persona como si de un tajo
en la yugular se tratara, a borbotones. Y puede que no importe, que
no tenga relevancia y sean lineas carentes de sentido, inútiles e
insulsas, pero no por ello voy a dejar de hacerlo. Y aquí sigo,
escribiendo.
lunes, 8 de agosto de 2016
Switch.
A eso de las 4 de la mañana me
encuentro en un estado cercano al sueño pero diferente, en el que mi
mente aún se debate entre aprovechar el momento o descansar, cuando
siento un toque en el hombro. Abro los ojos de par en par, la miro y
como poseído por un espíritu ancestral de la fertilidad, me lanzo
sobre sus labios. Ella no se lo espera, pero gime de placer al sentir
el impulso de mi pasión, en un claro duelo contra el cansancio.
Agarro su cadera para ponerla sobre mí y presenciar su figura
mientras frota su sexo contra el mío, disfrutando de ese lánguido
placer que proporciona el cansancio mezclado con la lujuria. Al cabo
de unos momentos desfallecemos, nuestros cuerpos se rinden ante la
noche, y como si se tratara de un sueño, ambos nos sumergimos en el
sopor con una sonrisa en el rostro. Separados por el calor pero nunca
del todo, buscando siempre un mínimo contacto entre ambos, algo que
nos sirva de ancla en nuestras oníricas aventuras.
Al llegar las 7 suena el despertador.
Solo me acompaña su olor. Me levanto aún entumecido por el sueño y
me dirijo al baño. Nos cruzamos en el pasillo en silencio. Antes de
llegar a la cocina oigo la puerta al cerrarse con un sonoro portazo.
En la cocina encuentro el desayuno junto a la lista diaria.
Llego a la oficina y todo va sobre
ruedas. El equipo de marketing ha ideado una nueva variante del
último spot televisivo que pinta genial. Desde la central de Madrid
me comunican que la firma se encuentra en una situación inmejorable
y se nota en nuestros ingresos. Varios de mis empleados me felicitan
por los resultados de la anterior campaña. Yo solo pienso en llegar
a casa.
Las 6 de la tarde es una buena hora
para volver aún teniendo varios papeles que revisar. Ya habrá
tiempo mañana. Recojo las cosas y pongo rumbo al supermercado.
Reviso la lista y omito tres cosas intencionadamente. No tardo mucho
en regresar a casa. La encuentro sentada en la cocina leyendo junto a
su té de media tarde. -¿Has comprado todo lo que te dije? Creo que
está todo, respondo yo.
Tras un breve vistazo advierte lo que
falta y solo con una mirada se basta para hacérmelo sentir. -Eres un
inútil. No vales para nada... Lo siento, respondo cabizbajo. No sé
cómo ha podido pasar. -Debería dejarte, mandarte a la mierda, no
sabes lo que significa ser responsable, solo te pido una cosa y ni
siquiera eso puedes hacer bien... Me das pena, no sabes cómo me
arrepiento a diario de estar contigo. Lo único por lo que estoy
contigo es por tu polla y lo sabes. Desaparece de mi vista, haz lo
que tienes que hacer.
Limpio el baño y la terraza, riego las
plantas y ordeno un poco el salón. Ella mientras hace la cena. Pollo
al ajillo con patatas. Mi preferida. En la cena charlamos sobre como
la empresa crece y de su prima Inés, que acaba de tener su tercer
hijo. Al recoger los platos tiro un vaso lleno de vino con el codo.
Me mira con desprecio mientras recojo los cristales y seco el suelo
de rodillas con varios pañuelos desechables. Tras fregar los platos
y recoger la mesa veo que se acerca a mí y me cruza la cara con
varios bofetones. Yo miro hacia el suelo mientras resisto el ansia de
agarrarla de la cara y morderle la boca. Acto seguido me agarra del
cinturón y me lleva al dormitorio, donde me coloca unas esposas y
comienza a rozar todo mi cuerpo con sus dedos. No puedo resistirlo
más y forcejeo contra unas irrompibles ataduras. -Hoy has sido malo
y este es tu castigo. Al apagar la luz veo sus ojos mirándome con
una intensidad y deseo tan solo comparables a eventos de magnitud
cósmica.
Despierto a las 4 de la mañana. Al
notar mi devuelta libertad vuelvo a la cama junto a ella. La beso sin
importarme lo dormida que se encuentre, recibiendo un gemido de
vuelta y un buenas noches. Son las 7 de la mañana y al abrir los
ojos veo como sigue dormida en su mitad mientras me toca con un pie.
Me levanto y hago el desayuno mientras escribo sus deberes para hoy.
Al cruzarnos por el pasillo la miro de soslayo, haciendo que se
aparte de mi camino en silencio y mire al suelo solo con mi mirada.
-Te he dejado una lista de cosas que debes hacer. No sé si debería
confiar en ti, pero siempre has sido una pequeña obediente, o sea
que espero que todo esté acabado para cuando vuelva del trabajo.
Tras cerrar la puerta de casa, una sonrisa me ilumina el rostro.
martes, 12 de enero de 2016
A pale blue dot.
Y otro año que se nos va. Un suspiro,
un tiempo que cuando no llegábamos al metro veinte de altura nos
parecía una eternidad y ahora nos resulta efímero. Corto, menor que lo
que tardan las vitaminas en huir del zumo recién exprimido. Atrás
quedaron los propósitos de mejora, los nunca más volveré a tropezar
ahí, los si lo hubiera sabido... Todo un año reducido a eso,
recuerdos e intenciones que se nos quedan grabados dentro queramos o
no. Al fin y al cabo es en lo que todos nos convertiremos en algún
momento, en recuerdos, ya sean buenos o malos, para otras personas. A
largo plazo no somos más que estelas, la cola de una estrella que
pasa por la vida de otra persona, siendo de mayor o menor
importancia, que deja su impronta en la memoria. O no, porque la
memoria es un ser cambiante, que fluye a su propio ritmo y que recoge
lo que le conviene sin tu tener nada que hacer al respecto. Horas y
horas de conversaciones perdidas solo porque tu selectiva y
caprichosa mente prefiere almacenar detalles como que el agua de
Maskon vale más barata que la de Mercadona.
Muchas veces pienso en lo diminuto que
soy, que somos, como especie, como ser... Humanos. Suena como si lo
dijera alguien de fuera, aunque puede que no haya nadie. Una especie
animal que domina un planeta poblado por otras especies, que por
haber evolucionado de otro modo, ya son inferiores. Hemos sido los
ganadores de una lotería evolutiva tan compleja que nos abruma,
haciendo que la mitad de nuestra especie crea que todo esto es
producto de una poderosa magia relacionada con dioses vengativos. Hay
de todo, como en botica. Y no percibimos el contexto en el que
vivimos. Existimos en un diminuto planeta, que por una minúscula
casualidad está situado donde esta, con una rotación en su propio
eje y alrededor de una estrella a una velocidad exacta. Pensad un
momento en ello. Si por cualquier cosa, nuestro planeta “querido”
hubiera estado en otro punto del sistema solar, en cualquier otro
punto, no existiríamos. No habría vida. Somos lo que se llama una
improbabilidad, algo que no debía ocurrir, pero que gracias a una
numerosa serie de casualidades, es posible. Ínfimos, minúsculos,
diminutos.
Y aún así, como raza y como entes
únicos, marcamos algo en la existencia de alguien, de un modo u
otro, para bien o para mal. Posiblemente seamos un virus, un cáncer
para el planeta, devorándolo desde dentro, pero algo hemos hecho
bien. Hemos creado. Y esas creaciones, en sus muchas formas y
colores, nos ayudan a recordar a muchos que por lo efímero de
nuestra existencia, ya no nos acompañan. La música, la literatura,
el arte, lo que nos mueve y nos emociona. Gente que deja huella en un
universo infinito en el que ocupamos un pequeño punto azul pálido.
Esa gente que merece ser recordada, que dejaron parte de ellos en
nuestras vidas, que compartieron con nosotros, directa o
indirectamente una parte de su ser, son las que realmente nos dan
importancia como especie. Sin ellos no seriamos lo que somos. Sentid,
cread, vivid, sed fieles a vosotros mismos y dejad algo bueno para
recordar, aunque yo no sea nadie para decirlo. A fin de cuentas no
somos más que eso, un pálido puntito azul perdido en el universo.
Un abrazo.
martes, 24 de noviembre de 2015
Me pareces guapo pero no me importa.
Hace bastante que no escribo, desde que
ocurriera lo que mencionó en el anterior post, mi creatividad se ha
ido en busca de la madre de Marco, así que como no se me ocurre
material para escribir ficción ni queriendo, voy a usar la idea de
la madre de ovejones, Bea, del blog Una de Rizos... y contar mi
experiencia con eso del Tinder, a ver si me sale algo alegre y
entretenido. Para los que viven en Phobos, esa bonita luna
de Marte, deciros que busquéis casa nueva para dentro de un tiempo
porque va a reventar aquello, y que Tinder es una aplicación
gratuita para conocer gente de un modo curioso ahorrando muchos
pasos.
Básicamente la aplicación te va
enseñando fotos de perfiles de personas dentro de unos parámetros
que tú estableces, y tú le das a un lado si te gusta/agrada o al
contrario si no es así, todo muy sencillo. En caso de que la otra
persona vea tu perfil y le guste la aplicación te lo dice y puedes
hablar con la persona en cuestión, mientras no. Yo la verdad comencé
a usarlo por curiosidad y porque la idea me parece buena para las
personas cortadas como un servidor, que aunque con confianza puedo
hablar bajo agua, sin ella me cuesta la vida conocer gente y
relacionarme desde cero. Suena bien, ¿no? El problema es la fauna
que habita en la aplicación...
Existe un universo paralelo en el que
la gente tiene una vida la mar de interesante comparada con la de uno
y se llama Tinder. Es brutal la cantidad de cosas que hace la gente
supuestamente normal, hay veces que uno acaba preguntándose que hace
con su vida que no está saltando en paracaídas desde un avión de
la Luftvaffe. Voy a intentar catalogar, desde un punto de vista
biológico la fauna reinante.
La Iletrada: Grupo de féminas que
aparte puede englobar otros grupos y conforman el 90 % de señoras en
Tinder. No tienen absolutamente nada escrito en la descripción, solo
apoyan su perfil con fotos suyas. Tengo varias teorías, como que
tienen una vida sexual tan agitada por Tinder que han olvidado como
se hacía eso de escribir, o que van de sobradas por el universo y no
necesitan describirse por ello. Movimiento hacia la izquierda el 99 %
de las veces.
La Barbie Malibu: Señoritas que bien
podrían ser modelos, actrices porno o esposas de presidentes/reyes.
Nada en contra de este grupo, por supuesto, pero me extraña mucho
que tengan necesidad de Tinder para conocer gente, la verdad.
La Coelho style: No busques, no está,
por más que revises sus fotografías, no existe nada que revele su
aspecto. Son el fantasma de las navidades futuras, con suerte, o
pasadas, generalmente. Estas chicas solo tienen frases
introspectivas, fotografías de paisajes y todo tipo de parafernalia
existencialista. Nunca se sabe que pueden esconder esas frases, yo
por si acaso deslizo a la izquierda.
Xena la princesa guerrera: Este
grupito, que aunque parezca mentira me pongo colo... perdón, que
aunque no lo parezca es el más numeroso, hace que directamente uno
se replantee la existencia y pruebe suerte cazando tigres de bengala
usando chinos de Pedregalejo como arma arrojadiza. Mujeres
cabalgando, saltando en paracaídas, escalando, haciendo rafting,
carting, snowboarding, squirting... un mundo de aventuras para el que
el resto de los mortales no estamos preparados.
La familia desestructurada: No me
malinterpretéis, no tengo nada en contra de que si una mujer tiene
una familia busque conocer gente como cualquiera, pero tampoco es
plan de poner fotos del bautizo de tus trillizos, de tu boda, del
viaje de novios y de la firma de papeles del divorcio, vamos, digo
yo. No sé, a mí me intimida un poquito, no mucho, ¿eh? Solo un
poquito.
La “normal”: Existen, si, como en
todos lados, pero tienen trampa. Ese entrecomillado esta ahí por
algo. Aparentemente normales, gente con la que se puede conversar de
cualquier cosa, que te hace recobrar la fe en la humanidad, hasta que
se revelan las comillas. Porque existe una gran probabilidad de que
sea una loca del coño en potencia, oculta en esa normalidad,
agazapada para en cualquier momento soltarte cualquier combinación
desigual, con un vota a fuerza nueva, o cualquier tipo de
esquizofrenia, de esas de toda la vida vaya, eso si es realmente
quien dice ser, que también puede ser.
La ocurrente: Este es el mejor grupo,
la creme de la creme. Chicas con un buen sentido del humor, que
priman otras cosas a parte del físico en su perfil y te encandilan
con cosas como que si piensas que Plutón no es un planeta no mereces
vivir, personas que prefieren una buena conversación a una tableta
de abdominales made in Mercadona, o que salen haciendo el chorra con
unas gafas de bucear en el salón de su casa. The very best.
El robot que viene del futuro para
venderme Neutrex Gel: Este último grupo es el más odioso.
Simplemente son bots de páginas de contenido erótico que hacen
perfiles de chicas de apariencia normal u ocurrente, para cuando te
salta el match, que lo hace siempre, soltarte que le encanta el sexo
con desconocidos y que vayas a tal página. Lo único bueno que
tienen es que me han dado la entrada perfecta para empezar una
conversación, que es esa, preguntar si es un robot del futuro.
Seguro que me dejo algún tipo por ahí
suelto, pero con semejante fauna es complicado catalogarlo todo.
Personalmente no he tenido una mala experiencia, salvo por un par de
personas que en principio estaban interesadas y luego no, pero bueno
son cosas que pasan. Por cierto, el título del post, que no lo he
dicho, hace referencia a una frase que me dijo una de esas personas
que parecía interesada en intentar algo pero que luego se diluyó.
Pero me hizo mucha gracia como me lo dijo y le pregunté si podía
usarlo para escribir algo. Y nada más, espero que os haya gustado mi
pequeño análisis al mercado femenino de Tinder, un abrazo y espero
seguir escribiendo más a menudo.
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