Como llevo un tiempo sin
publicar/escribir algo, esta tarde, en ese fértil periodo de
imaginación que es la siesta, se me ha ocurrido escribir algo sobre
los protagonistas de tantas y tantas películas de terror, los
monstruos, y como no puede ser de otro modo, voy a empezar con uno de
los iconos del género en pleno revival, los zombis. Tomando como
punto de partida el género creado por el papá de los muertos,
George A. Romero, nos encontramos con uno de los terrores recurrentes
de esta generación, seres que solo se guían por un instinto nunca
satisfecho, el hambre, que asolan el planeta haciendo la supervivencia
del ser humano casi imposible.
Personalmente, lo que más miedo me
produce, es el origen de estos seres, que si bien muchas veces se
limitan a residuos tóxicos o radioactivos, otras veces se
basan en creencias religiosas más aterradoras. El motivo de su
aparición más aterrador y abrumador para mí, es que no quede sitio
en el infierno. La persona que tuvo semejante idea acertó de lleno,
porque hace que todas las ideas preconcebidas sobre género cambien por
completo. En el mundo occidental, la religión cristiana, con todas
sus vertientes y creencias, posiblemente supere el 80 % en lo que se
refiere a creencia propiamente dicha, no me refiero a práctica de la
misma. Lo más normal para estas personas es creer que existe un
lugar mejor tras la vida, un sitio al que aspirar llegar por haber
sido buena persona en la vida, y su contrapartida, ese lugar que los
“motiva” de algún modo, ayudándolos a mantener su rectitud.
Ahora pensad en el motivo que antes
mencionaba, que no quede sitio en el infierno. ¿Cuántos años lleva
el ser humano en el planeta? Durante ese tiempo, el número de
muertes que hemos sufrido, ya sea por causas naturales o no, es
realmente incalculable. Trato de pensar en lo que realmente significa
esto, que existiría un límite de espacio en algo que es una de las
bases del cristianismo, un dogma casi, un espacio intangible
reservado solo para los malvados, para los que no pueden llegar al
cielo. El fracaso de la raza humana desde el punto de vista moral de
la perspectiva cristiana. Sin tecnología, sin desastres naturales ni
meteoritos, la raza humana se fagocitaría a sí misma en un último
gesto “pio” por parte de su creencia religiosa, poético a la par
que posible si lo miramos desde un punto de vista radical.
Y si tomamos esto como punto de
partida, pensad ¿Qué seria de los supervivientes? Condenados a una
vida de dolor y sufrimiento, de sacrificio por los pecados que otros
han cometido, para aspirar a no convertirse simplemente en seres sin
mente y poder llegar al paraíso. Una “vida” así, teniendo que
cumplir a rajatabla los preceptos del cristianismo, ¿Es mejor que el
infierno? ¿No seria este realmente el infierno cristiano que tanto
se trataría de evitar? Personalmente me abruma pensarlo, y hablo
desde un punto de vista totalmente escéptico sobre el tema.
¿Habíais pensado alguna vez en ello?
¿Qué opináis? Espero que os haya gustado, a ver si retomamos los
Crossing Tales y las entradas propias, que llevo un tiempo bastante
parado.
Nos leemos.
Nos leemos.
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