Aunque el título de este post sea el mismo que el de la última película de David Fincher, la cual recomiendo encarecidamente, todo sea dicho, el tema que abordo es otro, aunque guarde cierta relación con ella. Días como el de hoy, nublados y grises, siempre me recuerdan a los que ya no están con nosotros, aunque por regla general los recuerdo en días alegres y soleados. Esa sensación de perdida, de vacío dentro, es lo que me ha llevado a titular así el post y a escribir hoy después de bastante tiempo sin hacerlo.
Hace ya unos años que una de mis profesoras, para mi de las mejores que he tenido, nos dejaba ese vacío que antes mencionaba, dentro. Porque cuando alguien importante para uno se marcha, se crea un agujerito, un pequeño hueco donde antes se encontraba esa persona, que se llena con sentimientos del tipo que sea. Fue la persona que abrió mis ojos a la literatura, aunque muchos consideraran que su manera de dar clase no fuera la apropiada. Fue la única profesora que hizo que realmente leyera y entendiera la literatura, que buscara mi sentido a lo que leía, y que valoraba nuestra opinión de una manera abierta y sin prestar atención a convencionalismos, formalidades o cánones, si lo que expresabas era bueno, lo valoraba como tal. Recuerdo como todos mis compañeros esperaban asustados, releyendo los relatos o poesías antes de entrar en clase, aterrados por un posible quiz, mientras yo los esperaba expectante, sin leer absolutamente nada antes, para no contaminar mis ideas, creadas ya, con ganas de ver como podría abordarlo. Yo nunca he sido un buen estudiante, no voy a mentiros, pero si existía una clase que esperara con ganas durante el día, esa era la suya. Siempre recordaré cuando, repartiendo los quizes de “The hairy ape”, dijo mi nombre con una sonrisa. -“Un ocho y medio... ¿Qué ha pasado?”- acostumbrada a cincos y seises. Seguro que cualquiera podía habernos enseñado como la Beat Generation cambió la manera de ver la poesía, pero no estoy seguro de si hubiera despertado mi actual interés por ella. Posiblemente gracias a ella exista esto, estos textos que de tarde en tarde escribo, este blog que de tarde en tarde lleno, y esta cabeza que cada dos por tres esta llena de ideas, curiosidad y amor por lo escrito.
A veces imagino que la vida fuera como el cine, y que esas personas que se van, pudieran volver, pero la realidad no está tan vinculada a lo que hacia Georges Méliès como debería. Siempre quedará ese hueco dentro de cada uno lleno de recuerdos y aun así vacío a nuestro pesar.
Un abrazo.
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