La sangre dejó de salir a borbotones del cuello de la actriz y el estruendo de los aplausos cesó en intensidad. Recordaba a las antiguas ejecuciones en la plaza mayor del pueblo, cuando las leyes aun se tragaban a la humanidad y todo el mundo animaba al ejecutor en su dura pugna contra el cuello del afortunado.
Pero esto solo era teatro. Pero teatro como nunca antes se había visto. Nadie sabía de donde nacían estas historias, ni que hacia Browning para gestarlas, pero nadie era inmune a su atracción. ¿Cómo podía un poeta, siempre a la sombra de su difunta esposa, crear obras tan magnas, capaces de llegar a lo más recóndito del alma humana y perforarla como un punzón de hielo que traspasa la carne? -Solo me dejo llevar. - decía cuando era entrevistado por los críticos, quitándole importancia a sus obras, eludiendo la realidad.
Esa realidad que solo él conoce, la repetición de un pacto que tiempo atrás también hiciera Fausto, aunque con diferentes resultados. Marlowe ya advirtió que jugar con seres que no alcanzan a nuestro entendimiento conduce a la perdición de cualquier mortal. Pero el conocimiento es poder, y el alma es una gran moneda de cambio, sobre todo si no es la tuya con la que comercias. Los acantilados de Dover son testigos de como el amor por la literatura puede superar con creces al del corazón...
Él continua escribiendo lo que la voz de su “desaparecido” amor le dicta desde donde quiera que este, donde la literatura y lo oscuro se mezclan en un imposible lazo con el alma y la cordura se pierde entre bambalinas y atrezo.
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