sábado, 16 de noviembre de 2013

Cambalache

Durante mi carrera profesional me he encontrado con multitud de casos de toda índole. Fantasmas, muertos danzantes, animales extraños, incluso con una banshee despechada, pero si hay un caso que recuerdo especialmente, y no por los detalles sino por la falta de ellos, es el de Tuosist. Cuando recibí la llamada de la señora O´bannon, mi interés por aquella pequeña localidad irlandesa aumentó considerablemente. Con todas las historias que se oían en la redacción sobre el norte de Irlanda, me faltó tiempo para coger el primer vuelo hasta allí, aún sin saber exactamente el motivo del problema, pues ni la señora O´bannon parecía estar segura de ello. Según ella, su hijo, recién nacido, corría grave peligro y puesto que ni la policía ni el párroco del pueblo la creían, opto por contactar con la revista para pedir ayuda.


La casa de los O´bannon, una pequeña hacienda bastante apartada del pueblo, me resultó de lo más acogedora, así como la familia que en ella residía. Si tuviera que describir a los O´bannon, lo primero que destacaría seria la belleza de Mary, una mujer joven y esbelta, con un cabello de un rubio cegador que bien podría pasar por una adolescente, mientras que su marido, Aidan, mayor que ella, era lo más masculino que me he encontrado nunca en mi carrera periodística, ancho, alto y bien parecido, una persona que desprendía seguridad en todos sus gestos, la pareja perfecta. Hacia dos meses que volvieron a casa tras el nacimiento de su primerizo Breandan, cuando empezaron a tener recuerdos borrosos y vacíos en la memoria, los cuales solo se producían de noche, haciendo que temieran por la vida de su hijo, ahora que se aproximaba Beltane. Esta noche, la del solsticio de verano, es muy importante en la cultura rural irlandesa, pues la frontera entre el reino de las hadas y el nuestro se estrecha, dando pie a numerosos problemas y fenómenos extraños.


Así pues, me decidí a pasar la noche en casa de los O´bannon con el fin de resolver el misterio y proteger al pequeño. Cuando llegó la hora de la cena, me sorprendí bastante cuando Mary preparo la mesa, colocando cubiertos y platos para cuatro comensales, pero aun así decidí comportarme con normalidad. Cuando dieron las 7, una hora muy tardía para la cena en mi opinión, ocurrió algo que no esperaba. Llamaron a la puerta. Esto, totalmente normal en cualquier otra parte, es bastante extraño si se tiene en cuenta que la casa más cercana está a 20 minutos en coche. Cuando Aidan volvió del recibidor, le acompañaba un personaje cuando menos, curioso. No sabría calcular su edad, podría tener quince o setenta años, no mediría más de metro cincuenta, ataviado con ropas del siglo pasado y lo que en principio tomé como una peluca, blanca como la nieve.


-Señor Sharp, le presento a nuestro vecino, el señor Far Darrig.


-Buenas noches, sureño caballero, veo que no han comenzado a cenar sin mí, me alegro. Aidan, deja de hacer el vago y trae algo para beber, estoy sediento. Verá señor Sharp, caminar desde Uragh hasta aquí podría cansar hasta al mismísimo caballo del Rey Jorge. ¿Que le trae por estos parajes?


-Encantado de conocerle, señor Far Darrig. Pues si le digo la verdad, en este momento no recuerdo muy bien cual es el motivo de mi visita, pero en cuanto recuerde algo, será usted el primero en saberlo. ¿Viene usted muy a menudo a visitar a los O´bannon?


-Ya se acordara, descuide. Pues vera, desde la última pelea que tuvimos con los Milesios, ando buscando un heredero, y me ha caído en gracia el joven Breandan, me parece bastante carismático, con esas opiniones tan acertadas que tiene sobre cualquier tema que se le plantee, así que estoy esperando a que llegue la noche de Beltane, para dejar aquí a uno de mis retoños a cambio del joven, pero basta de cháchara, que mi estomago está rugiendo como si de un Cat Sidhe se tratara. Cenemos.


Tras la cena, sentados los cuatro frente a la chimenea, el señor Far Darrig nos contó montones de historias de la corte, tradiciones olvidadas y una cuantiosa cantidad de anécdotas por las que daría mi brazo derecho por recordar. Antes de romper el alba, el extraño individuo se despidió de nosotros hasta la noche siguiente, no sin antes dejar en la casa un curioso olor que no he podido asociar con otro conocido, algo que impregnaba el ambiente y hacia que el abandonar el lugar resultase complicado, como si un glamur se apoderara de todos los residentes y los atara de algún modo al lugar. Seis días con sus noches pasaron como si nada y allí seguía yo, como un inquilino más de aquella casa, sin saber que ocurría pero sintiendo que algo acechaba al pequeño Breandan.


La séptima visita del señor Far Darrig coincidió con el solsticio de verano, esa noche mágica en la que lo etéreo se vuelve sustancial y las fronteras de los sentidos alcanzan lugares insospechados, Beltane. Como todas las noches, a las siete, apareció nuestro amado vecino, esta vez acompañado por un gran número de amigos, venidos de diferentes reinos, para asistir al glorioso acontecimiento, el cambio por el cual Breandan seria considerado su heredero, mientras que uno de sus retoños pasaría a ser parte de la familia O´bannon. Decir que entre todos ellos el hijo de Far Darrig destacaba con diferencia seria quedarse corto. Si existiera la perfección en el ser humano, el susodicho la sobrepasaría con creces. La dulzura y belleza que desprendía la criatura era tal, que era imposible fijar la vista en ella mucho tiempo sin apartar la mirada, tal era su hermosura.

Los O´bannon, totalmente cegados por todas estas cualidades, aceptaron sin rechistar el cambio, ofreciendo al pequeño Breandan sin dudar con tal de acoger al nuevo miembro de la familia, el joven Devlan.


A la mañana siguiente, un grito aterrador me despertó. Corrí cuanto pude para comprobar que nada podía ya hacer. En el dormitorio de los O´bannon, la pareja gritaba al contemplar que la cuna de su antiguo hijo Breandan, ahora propiedad de Devlan, su nuevo y precioso hijo, estaba ocupada por un muñeco de paja, cuya sonrisa no era más que una aterradora mueca de la faz de Breandan, su ahora llorado y perdido hijo. Poco hay más que decir al respecto, pues los detalles de aquellos días se escapan de mis manos y mi memoria, eludiendo mis intentos de esclarecer lo ocurrido, pero si algo tengo seguro es que todo aquello ocurrió en la víspera de Beltane, una noche tan especial como peligrosa.

4 comentarios:

  1. Wow!! Si Poe hubiera escrito un cuento sobre la cultura irlandesa, sin duda se habría parecido a esto. Me ha gustado un montón, en serio. Congrats!!

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    1. jajajaja anda que no eres exagerada :) las ganas mias siquiera parecerme, aun asi me alegro que te guste :)

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  2. Nene.....no puedo por menos que estar de acuerdo con esta chica, Cristina, una retirada a un relato de Poe tiene ehhhh, muy bien, sí señor, me ha gustado.....me ha gustado bastante. Un besico!

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    1. jajajaja gracias!! vuestra exageración me congratula, me alegro que os guste :)

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