Obsesión.
No creo que exista una palabra que
defina mi relación con el de otra manera. En un principio pensé que
esta obsesión tenia otro foco, que me apasionaba el sexo con ella y
que era lo que me guiaba por aquel redil de lujuria sin sentido. Yo
siempre he sido un hombre racional, guiado por la lógica y la razón,
de ahí mi ocupación y mi forma de ser. Ver mi vida cambiada hasta
tal extremo por otra persona me pone nervioso, es inesperado. No me
malinterpretéis, soy una persona como cualquier otra, puedo sentir
deseo por alguien, pero nunca antes lo había hecho hasta el punto
que estoy experimentando en esta etapa de mi vida con ella. Quizá os
estáis preguntando porque hablo de algo masculino en relación con
alguien femenino, y la explicación es simple a la par que extraña y
es la única respuesta que se me ocurre a todo esto. Estoy
obsesionado con su tatuaje.
Al principio me parecía de lo más
curioso y llamativo, pues ella tiene la piel muy pálida y el tatuaje
rebosa color haciendo un contraste agradable a la vista. Su diseño
es cautivador para mi, de una manera que no logro explicar. En un
lugar tan apetecible para un hombre como aquel, residía un ser con
formas femeninas, un cuerpo sugerente con cabeza de cefalópodo que
reposa en una corriente marina, junto al gorro de un pirata cuya
suerte ha llegado a su fin. Ella nunca accedió a contarme el porque
era así o el motivo de hacérselo, cosa que aumentaba mi
fascinación. Cuando lo hacíamos, que era muy a menudo debido a mi
fijación por ellos, me excitaba pensando que, además de ella, los
tentáculos del pulpo me rodeaban la cintura, tirando de mi hacia
dentro, aumentando mi fuerza y el placer, en una insana comunión con
la tinta de su entrepierna.
Durante bastante tiempo, el sexo se
convirtió en el motor de mi día a día, haciendo que mi rendimiento
laboral en el laboratorio disminuyese, provocando en mi muchos
dolores de cabeza inesperados. Tuve que contenerme durante un tiempo
para poder continuar con mi vida sin ver perjudicado mi futuro, cosa
que ella entendió, tratando de desviar mi atención a otros
menesteres de nuestra relación también importantes. Nos hicimos
amigos. Para una persona como yo, tan apegada a su trabajo y con los
pies demasiado anclados en la dura realidad, esto significó mucho
más de lo que ella esperó jamas, haciendo que aparecieran en mi
sensaciones que pensaba ficticias. Pero el problema seguía en el
mismo sitio...
No podía deja de pensar en el tatuaje.
¿En que dimensión oscura moraría tan sensual aberración? ¿Cual
seria su sustento? Mi mente no podía dejar de cuestionarse los
motivos de su existencia y me vi impelido por mi propio instinto a
investigar su procedencia de la forma más irracional que existe,
como lo es la base del deseo o la obsesión. Una noche, mientras ella
dormía, tome una foto del tatuaje para examinarlo detenidamente sin
que la sinrazón de la pasión se apoderase de mi persona.
A la mañana siguiente, en el
laboratorio y a escondidas de mis compañeros, pase la fotografía
por el escáner de taquiones, dando muestras de que algo no cuadraba
en la gráfica resultante. Extrañado, pase los resultados por el
colisionador de hadrones que acabábamos de recibir en el
laboratorio. El resultado fue inesperado.... Cuando recogí la
fotografía, mi mundo de lógica y razón se tambaleó. El tatuaje
que una vez moró en aquel muslo había desaparecido por completo,
dejándolo blanco e impoluto. Trate de no pensar en ello durante el
resto del día y seguir con mi trabajo, aunque resulto imposible...
Horas después, al llegar a la entrada
de la casa, una sensación extraña recorrió mi espinazo. Al abrir
la puerta, una oscuridad infinita salió del recibidor, como si de
una niebla del Londres victoriano se tratara, solo que de una negrura
tal que impedía hasta a la luz pasar. Un gorgoteo empezó a llegar a
mis oídos entre tanta oscuridad, como si hubiese esperado mi llegada
en aquel ambiente hostil. Cuando la oscuridad fue menguando, entre
lentamente, notando un liquido resbaladizo en el suelo, aun oculto
por la oscuridad reinante. Avance lentamente hacia el incesante
gorgoteo, proveniente del salón, para encontrarme con el motivo mi
obsesión sin esperarlo, destruyendo la poca cordura que me quedaba.
Allí estaba el, o ella, o eso, con la misma postura que tenia en el
muslo, con sus tentáculos contoneandose de manera sensual,
produciendo ese extraño y liquido gorgoteo, contemplando algo que yo
aún no podía ver gracias a aquella oscuridad. Entonces, aquel ser
se percató de mi presencia, resoplando con tal fuerza que despejo la
oscuridad, como si de humo común se tratara, para revelar lo que
atenazaba mi alma en aquel momento, lo que temía desde que vi a
aquel ser de otra dimensión.
Allí, junto a ella, en un charco de
sangre que ocupaba toda la casa, es encontraba la cabeza cercenada,
como aquel sombrero pirata, de la dueña del muslo donde habitaba. En
aquel momento mi mente explotó, dejo de funcionar para siempre y se
fundió en un abrazo con mi obsesión.